viernes, 27 de junio de 2008

PREPARESE PARA PROSPERAR (LECTURA DE 4 MINUTOS)


El fundamento de las finanzas

Nunca trataríamos de construir una casa sin haber puesto primero los cimientos.
No importa cuántas ganas tengamos de terminarla ni cuánto nos emocione llenarla de muebles y decorarla, primero debemos dedicar todo el tiempo necesario a poner un fundamento sólido. Si no lo hacemos, la casa será tan inestable que en poco tiempo se derrumbará.

Es un conocimiento simple, ¿no es verdad? Cualquiera persona con sentido común lo sabe. Sin embargo, en el campo espiritual, la gente comete ese error todo el tiempo. Tan pronto ven una bendición que Dios les ha prometido en su Palabra, les dan tantas ganas de apropiarse de ella que ignoran los fundamentos más básicos de la vida cristiana, y se van en pos de aquella bendición y nada más, aun olvidándose de su relación con Dios.

Esto es especialmente cierto cuando se trata de la prosperidad. Con frecuencia, la gente está tan desesperada por encontrar una solución rápida a sus problemas económicos, que sacan unas cuantas promesas de prosperidad de la Biblia y tratan de creerlas sin permitir que Dios haga cambios en otros aspectos de sus vidas y regularmente sin querer seguir las condiciones de obediencia a Dios que menciona SU palabra. Por supuesto, eso no da ningún resultado y la gente termina desilusionada. De hecho, a veces llegan a la tonta conclusión de que nunca fue voluntad de Dios que ellos prosperaran. Lógicamente esto es usado por satanás como su engaño favorito en esta área.
Pero se puede decirle hoy, con base en la Palabra de Dios y nuestra experiencia personal, que definitivamente ¡sí es la voluntad de Dios que todos sus hijos prosperen! Es por eso que Él inspiró al apóstol Juan a escribir: "Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así como prospera tu alma" (3 Juan versículo 2).

Ahora bien, note que Juan no solo escribió "quiero que prosperes", sino "quiero que prosperes así como prospera tu alma". Él vinculó la prosperidad económica unido a la prosperidad de nuestra mente, voluntad y estado de ánimo.

El plan de Dios es que crezcamos en nuestras finanzas tanto como crecemos en nuestra vida espiritual. Él sabe que es peligroso poner grandes riquezas en manos de quien que es demasiado inmaduro espiritualmente para manejarlas. Se pueden ver evidencias dramáticas de esto en las vidas de personas que han adquirido riquezas económicas mediante el sistema de este mundo, en el cual no está incluido Dios. En la mayoría de los casos, tales riquezas solamente contribuyen a que la gente muera más joven y en mayor miseria que si hubieran sido pobres. Esto se debe a que usan su riqueza para pecar en mayor medida. Unos la usan para comprar toda la droga posible e ingerir todo el licor que quieren. Otros la malgastan para llevar un estilo de vida inmoral que tarde o temprano los destruye. La paga del pecado es la muerte (Rom.3:20). Este es un hecho ineludible. Por eso, cuando la gente gana dinero y lo gasta en el pecado, les hace más daño que bien. Como dice Proverbios 1.32: "la prosperidad de los necios los echará a perder".


Busque primero lo más importante


A la luz de tal verdad, es fácil ver por qué Dios quiere que nuestras finanzas incrementen al mismo ritmo de nuestro crecimiento espiritual. Él quiere que maduremos y superemos nuestra necedad carnal para que nuestra prosperidad nos traiga bendición y no perjuicio. Por eso dice la Palabra de Dios: “Mat 6:33 Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas.” Nos dará bendición de acuerdo a su promesa para dar y para tener bendición para nuestra vida y nuestra familia, pero nos cuesta esperar y ser obedientes.

Pero, me dirá usted:”necesito ayuda económica cuanto antes."

Entonces apresúrese a crecer cuanto antes. Dispóngase a echar los cimientos para su prosperidad. ¿Cómo? Aprenda lo que Dios dice en su Palabra y póngalo en práctica. En pocas palabras empiece a serle obediente a El para su propio beneficio, no con un interés solo en lo económico, sino en todo lo espiritual que es su herencia también.

Mire y ponga mucha atención a este secreto espiritual, el fundamento de la prosperidad consiste en llevar una vida edificada sobre la Palabra de Dios. Es hacer todo lo que Dios le mande hacer, pensar todo lo que Él le mande pensar y decir todo lo que Él le mande decir.

La prosperidad bíblica es el resultado de darle prioridad a la Palabra de Dios en su totalidad y no solo aquellas partes que hablan de la prosperidad económica. En su vida. La prosperidad viene cuando usted empieza a obedecer las instrucciones que Jesús nos dio en Mateo 6:

Por tanto os digo: No os afanéis por vuestra vida, qué habéis de comer o qué habéis de beber; ni por vuestro cuerpo, qué habéis de vestir. ¿No es la vida más que el alimento, y el cuerpo más que el vestido? Mirad las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros; y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros mucho más que ellas? ¿Y quién de vosotros podrá, por mucho que se afane, añadir a su estatura un codo? Y por el vestido, ¿por qué os afanáis? Considerad los lirios del campo, cómo crecen: no trabajan ni hilan; pero os digo, que ni aun Salomón con toda su gloria se vistió así como uno de ellos. Y si la hierba del campo que hoy es, y mañana se echa en el horno, Dios la viste así, ¿no hará mucho más a vosotros, hombres de poca fe? No os afanéis, pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos? Porque los gentiles buscan todas estas cosas; pero vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas.

Recuerda tu promesa: “Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas”.

Recuerde cuando ignorábamos que podemos confiarle a Dios el cuidado de nuestras finanzas abrimos una puerta a la pobreza y la miseria. Si pensamos que nuestra responsabilidad es preocuparnos de cómo vamos a pagar nuestras cuentas en vez de confiar que tenemos un Dios que cumple sus pactos y promesas le estamos abriendo la puerta a la falta de fe. Todos pasamos mucho tiempo pensando en cosas como: ¿Qué voy a hacer para pagar la electricidad este mes? ¿Cómo me las voy a arreglar para no perder lo que ya tengo? aunque habría sido irresponsable de nuestra parte no ocuparnos de tales cosas, no es lo mismo que empezar a desesperarme por ello y “PREOCUPARME” como si no tuviera un pacto y promesas de parte de Mi Dios.

Recuerde que no es la voluntad de Dios que usted se preocupe. Su voluntad es que le creamos, que Él sí va a cuidar de nosotros. También aprendamos que como creyentes no debemos buscar las riquezas materiales. No debemos ir en pos del dinero como la gente que no tiene a Dios. A ellos les toca buscarlo por todas partes porque no tienen un pacto con Dios, y si no buscan los bienes materiales, no podrán obtenerlos.

Pero nosotros no somos como ellos. No estamos en el mundo sin Dios y sin pacto (Efe 3:20-21 Y a Aquel que es poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos, según el poder que actúa en nosotros, a él sea gloria en la iglesia en Cristo Jesús por todas las edades, por los siglos de los siglos. Amén). Tenemos la promesa de provisión de Dios. Él nos ha asegurado en su Palabra que no sólo suplirá lo que necesitamos, sino que nos dará en abundancia y sobreabundancia pero será, solo si le obedecemos. (Deut 28:1-14 – Heb 8:6 - Gal 3:5 Deut 30:1-10 y muchos versículos mas)

No obstante, es importante que recordemos que un pacto siempre es entre dos partes y tiene dos lados. Al hacer un pacto decimos: Si tú haces esto, yo haré aquello. La parte de Dios en el pacto es prosperarnos en espíritu, alma y cuerpo, así como en nuestras finanzas y todas las áreas de nuestra vida. ¿Cuál es nuestra parte del pacto? Obedecer a su palabra y No afanarnos en la búsqueda de esa prosperidad. Si lo hacemos, vamos a desviarnos. Nuestra parte mas importante en este pacto es buscar primeramente el reino de Dios (ser y hacer las cosas a su manera), reconocerle como nuestro Rey y hacer lo que Él nos pida. (Recuerda el secreto: hacer, pensar y decir las cosas a Su modo)
Nuestra parte es decir: "Señor, haré lo que sea que me pidas. Obedeceré Tu Palabra y haré lo recto ante tus ojos, así parezca que va a costarme".recuerda que todas nuestras promesas están basadas en la fe y la obediencia a Su palabra.

Gal 3:5 Aquel, pues, que os suministra el Espíritu, y hace maravillas entre vosotros, ¿lo hace por las obras de la ley, o por el oír con fe?


DIOS TE BENDICE
PASTORES ARELYS RIVAS Y JAVIER FLORES
IGLESIA FORTALEZA DE JESUS
CARACAS, VENEZUELA
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